La discusión sobre la necesidad de que Costa Rica se convierta en un estado laico ha tomado múltiples foros en estos días.
Yo creo que a Dios le da igual estar o no estar en un papel. A César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, reza el texto bíblico. Sin embargo, los diputados y diputadas se han rasgado las vestiduras, lo mismo los políticos y por supuesto que los y las periodistas han sacado también sus trapitos al sol.
El conservadurismo y la ignorancia se han paseado en la discusión de este tema (literalmente). Tener un estado confesional a estas alturas del siglo, es estar un paso atrás del resto del mundo.
Cada vez que un extranjero me pregunta por mi patria en estos temas me miran con asombro cuando les respondo que Costa Rica es un Estado confesional. Sí, la tan afamada suiza centroamericana tiene religión oficial, a un lado quedan las personas budistas, ateas, agnósticas, etc….
Si alguien quiere defender sus creencias religiosas o espirituales que se dedique a vivir según esas y que deje a los demás vivir en paz, pero mis impuestos no tienen porque financiar ninguna Iglesia, eso le corresponde a los fieles y seguidores.
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