La pulpería

Simplemente la pulpería de la esquina cerró hace años. Ahora abro yo una pulpería pequeña acá en un espacio de la web. Más ésta no es como la del pueblo, donde hay de todo, simplemente hay lo que pude conseguir.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Compartir la vida

Hace rato que quiero hablar de este tema pero lo he pospuesto por falta de tiempo. Desde hace algunos meses en Costa Rica se está discutiendo sobre la pertinencia o no de aceptar el ingreso de mujeres en un centro de enseñanza pública que históricamente sólo ha aceptado varones.

El Liceo de Costa Rica, junto con el Colegio Superior de Señoritas son dos de los últimos centros educativos costarricenses de enseñanza secundaria que aceptan sólo hombres o mujeres. Estas dos instituciones costarricenses son un bastión en la educación costarricense y han destacado en la vida nacional. Por sus aulas han pasado grandes figuras de la historia costarricense.

Sin embargo, a pesar de que reconozco el aporte tan importante que han hecho ambas instituciones, la idea de educar a hombres y mujeres de manera separada me parece totalmente equivocada. La educación debería prepararnos no sólo para trabajar, sino también para vivir en sociedad. El respeto y la tolerancia por el otro se construye y se aprende y el colegio no debe ser excluido de uno de esos espacios donde los y las adolescentes comparten.

Ellas y ellos tienen derecho a compartir con sus pares, a enfrentar y resolver las divergencias que surgen entre hombres y mujeres, a contarse sus historias, sus sentimientos, miedos y dudas. Además de compartir su proceso de aprendizaje. En la vida no vivimos en una burbuja compuesta sólo por hombres o sólo por mujeres.

El aprender sobre el otro/a y sobre sus problemas y necesidades nos hace mejores personas y nos prepara mejor para la vida en común. El segregar la educación por género lo que hace es crear una brecha que los muchachos y muchachas se ven obligados a tratar de achicar a veces no de la mejor manera.

Una educación inclusiva y que nos enseñe a vivir en paz es totalmente necesaria en estos tiempos y los y las jóvenes tienen derecho a construir juntos sus sueños a enseñarse mutuamente, porque el proceso de aprendizaje no es necesariamente vertical. Yo recuerdo a compañeras y compañeros solidarios/as que me enseñaron lo que nunca un docente se sentó a explicarme. Y agradezco profundamente el haber compartido con ellos y ellas. No me atrevería jamás a negarle a una persona la posibilidad de aprender con sus pares, independientemente de su género.