La pulpería

Simplemente la pulpería de la esquina cerró hace años. Ahora abro yo una pulpería pequeña acá en un espacio de la web. Más ésta no es como la del pueblo, donde hay de todo, simplemente hay lo que pude conseguir.

martes, 14 de julio de 2009

Crónica de verificación: La solidaridad está viva

He sido devuelta a la gran masa de peatones que circulan por la ciudad de San José. Una vez descarrada no queda más opción que lanzarme a las calles a abordar autobuses y recorrer aceras o el filo de la carretera.

Desde hace muchos años no cruzo la Avenida Central, ya que como peatona y como artrítica he sido siempre fiel usuaria de los autobuses de Sabana Cementerio o Cementerio Sabana que permiten cruzar el centro de San José, por menos de lo que cuesta un periódico de circulación nacional. Hoy a las 6 de la tarde decidí recurrir a mis pies y cruzar San José de este a oeste acompañada de un hermoso atardecer que me regalaba la canícula.

Esquivando gente llegué a un costado del Mercado La Coca Cola sin un solo rasguño, ni un sólo ladronzuelo se atrevió a asaltarme. Esto podría resultar increíble si damos crédito a las múltiples notas rojas que los medios de comunicación nos recetan diariamente.

En medio de decenas de personas que regresaban de su trabajo esperé el autobús de Pavas. Este es el noveno distrito de San José, en el cual conviven los centro comerciales y las lujosas residencias del sector este con uno de los más pobres precarios de la capital de Costa Rica, Lomas del Río, ubicado en el oeste.

Ese fue el bus que tomé, el de “Lomas”. Ahí, en ese escenario, fue que comprobé que a pesar de que la percepción internacional es la individualidad y poca solidaridad del costarricense, en el seno del pueblo hay una fibra sensible que sigue vivita y coleando.

Una mujer afro y visiblemente pobre abordó el bus en compañía de tres personas, un niño y dos mujeres más, no tenía el dinero suficiente para pagar. Pasaron unos segundos de tensión entre el chofer y la mujer. Hasta que él simplemente la dejó pasar.

Una mujer con esas características, triplemente discriminada, fue auxiliada por otro del pueblo. Un chofer que pasa al menos 12 horas al día frente al volante, en medio del insoportable tránsito josefino, tuvo la generosidad de perdonarle a ella unos cuantos colones a las 6 y resto de la tarde, frente a al menos 70 personas que fuimos testigos de que la solidaridad está viva en el pueblo de Costa Rica.