La pulpería

Simplemente la pulpería de la esquina cerró hace años. Ahora abro yo una pulpería pequeña acá en un espacio de la web. Más ésta no es como la del pueblo, donde hay de todo, simplemente hay lo que pude conseguir.

viernes, 14 de mayo de 2010

Un hasta luego

El 23 de abril pasado lloré. Lloré por que pasaron cinco años de mi vida y tenía que pasar de página. Tenía que pasar de página a pesar de que lo que escribí en ese tiempo me gustaba.

Lloré por la gente que dejé atrás, a la que no sé si volveré a ver. Lloré por las habitaciones de hotel compartidas, donde cabían los y las que no tenían dinero. Lloré porque en esos cinco años conocí a una Centroamérica totalmente ajena para mí y encontré hermanos y hermanas en un montón de países.

Soy una Nancy más tolerante, más crítica y menos fatalista después de haber visto mucho dolor, pero también mucha alegría.

En esos cinco años me enamoré de las luchas quijotescas de mis compañeras de trabajo: “las damas de hierro” las llamaba un guatemalteco. Fui Quijote junto con ellas y creo que gracias a ellas lo seguiré siendo.

Para las cejilas va este post, a las que quedan y a las que se fueron. Va para las personas que conocí en estos años que están desperdigadas por el mundo y que tocaron mi vida, con quienes baile descalza, con quienes intenté arreglar el mundo.

En estos cinco años me enteré de cosas terribles: policías que matan niños, policías que matan ambientalistas, soldados que hacen lo mismo, militares que violan mujeres, hombres torturados, personas inocentes encarceladas. Latinoamérica entera es una llaga.

Sin embargo, lo que me llevo después de todo este tiempo es el empuje, la fuerza, la determinación y la alegría de los y las defensoras de derechos humanos y de las víctimas que conocí en este periplo.

Gracias por enseñarme que un mundo mejor es posible.