La pulpería

Simplemente la pulpería de la esquina cerró hace años. Ahora abro yo una pulpería pequeña acá en un espacio de la web. Más ésta no es como la del pueblo, donde hay de todo, simplemente hay lo que pude conseguir.

viernes, 11 de julio de 2008

La negra y la indígena (Mis dos abuelas)



Sombras que sólo yo veo,
me escoltan mis dos abuelos.

Nicolás Guillén

Hasta hace poco descubrí mi negritud, mis orígenes ancestrales, la negra y la indígena que llevo dentro.

En un encuentro de indígenas centroamericanos me topé de repente con la cara de una prima segunda. La indígena salvadoreña me miró de soslayo y me soltó "Vos sos igual a mi hermana menor". Mientras un misquito, de la costa atlántica nicaragüense, idéntico a mi tío Juan, me miraba desde el otro lado de la mesa. Ya no hubo vuelta de hoja, ya no sería la misma. Eso explicaba la energía que me invade el cuerpo cuando suena el sonido de los tambores, eso explica mis colochos indomables, eso explica mi anatomía, eso me explica a mí: La eterna rebelde.

Mi abuela es una cholita pequeña que mi abuelo fue a conocer allá en las montañas puriscaleñas. Él es moreno, enorme, eterno enamorado de la tierra.
Por las características de mi abuela materna se deduce que es una indígena huétar, que sus genes sobrevivieron a la conquista, pero perdió su lengua y su cultura.
Sin embargo hay hilos invisibles que nos recuerdan el nexo con los pueblos originarios: el maíz, el río, la tradición oral (siempre se cuentan historias en la casa de mis abuelos).

Lástima que no veamos estos hilos invisibles y nos neguemos a ver los visibles. Mi hermano mayor una vez dijo con toda su ingenuidad infantil que en Costa Rica no habían indígenas. Yo solo atiné a mirarlo y preguntarle: ¿Alguna vez has visto a tu abuelita?

Mi familia es un mosaico de colores unos casi totalmente negros, con el cabello lleno de rizos, revelando su lado afro, otras son cholas, color café con leche, con el pelo chuzo, y las piernas como dos columnas griegas, pescando en los ríos con las manos, quebrando maíz, indias huétares hasta el tuétano. Unos pocos salieron blancos. Es hermoso vernos, todos tan distintos y en el fondo tan similares.

Lo que me duele es que no vemos, es que no nos reconozcamos como lo que somos, como indígenas, como afrodescendientes, como esta mixtura enriquecida de todas las etnias.


Todos nacemos en agua,

nadie viene sin agua.

El agua está allá,

nuestro ser original está en el agua.

Nadie viene sin agua,

nadie viene sin agua.

Canto cabécar