Estábamos reunidos alrededor de la mesa del nuevo soltero y él que está a punto de perder la soltería escupió: “Yo no puedo tener una deuda, es horrible”. Así fue como me percaté de que a nosotros nos une no sólo el ser de la misma generación o el haber compartido los años de universidad. Nos une algo más tangible, el horror a las deudas, el desagrado frente a la homofobia, las ganas de construir relaciones de igual a igual, el intenso deseo de transformar el mundo.
Arribamos a la conclusión de que hemos cambiado durante todos estos años de amistad. Ahora somos otros y otras pero siguen existiendo hilos invisibles que nos unen, nos atenazan las mismas fobias, los mismos miedos. Sabemos que el tiempo y las responsabilidades han puesto distancia, pero que si es necesario apoyar a alguno/a cuando el piso se le desmorona bajo los pies, ahí estamos hechos un puño sosteniéndole.
Yo no sé cómo sean los amigos de otros, pero yo tengo estos y los quiero así. Todos/as sabemos los defectos del otro/a y las manías, pero también sabemos de sus luchas y de sus éxitos.
Este post va para mis amigos y mis amigas que están allí siempre, lejos o cerca, que tienen los mismos miedos que yo, que a veces pierden la esperanza, que a veces están tristes, pero que siempre comparten sus alegrías.
A esos y esas les digo que les quiero profundamente.
Pd: Si ya sé que soy cursi.
Porque tus alegrías y miedos sean también los míos siempre. TE AMO! Gracias a la vida por "atravesarme" en tu camino!
ResponderEliminarRobo las palabras de Rosa Montero para regalártelas a vos, como quien se roba las flores de un jardín para dárselas a alguien más: http://www.elpais.com/articulo/portada/Gracias/elpepusoceps/20100919elpepspor_15/Tes
ResponderEliminarUn beso amiga :*
;)
ResponderEliminar